En el caso de conflictos cotidianos que corren el riesgo de deteriorar o afectar la relación o la convivencia a medio o largo plazo, la mediación le ayuda a poner orden, a establecer nuevas formas de funcionamiento y comunicación y a mejorar la relación.
En el caso de conflictos que ya están afectando a la relación o a la convivencia y en los que una de las partes ya se plantea la posibilidad de separarse. Este es un momento crucial para la mediación, ya que se trata de cambiar y restablecer la situación o poner fin definitivamente a la relación, lo que supone un sufrimiento para ambas partes.
En una situación grave, donde la relación ya está completamente afectada y ya se habla de separación o divorcio. De nuevo, es importante realizar algunas sesiones para ver si todavía se puede mejorar o si ya es demasiado tarde. En cualquier caso, en esta fase es el interés de ambas partes en la relación lo que determinará si se intenta o no mejorar la relación.

En el caso de las parejas que llevan años de convivencia y ven que carecen de un impulso o de ilusiones comunes, trabajamos en la apertura de vías de mejora y en la propuesta de objetivos e ilusiones para el futuro y la estabilidad de la relación.

Apoyo y asesoramiento en la decisión de separarse o divorciarse. La mediación es muy útil en estos casos, cuando los sentimientos afloran y se necesita ayuda para tomar decisiones importantes de forma objetiva y con la mayor tranquilidad posible, especialmente si hay hijos de por medio, para encontrar los mejores acuerdos, ya que éstos influirán de forma positiva o menos positiva en la vida de los hijos y en la relación entre ellos y ambos progenitores, así como entre los propios padres. También trabajamos en los acuerdos relativos a los alimentos, la educación y otros gastos relacionados, así como en los acuerdos relativos al patrimonio de la pareja y su reparto.